Tuve una pesadilla.

Tuve una pesadilla...

Estaba ahí parada en la acera de una calle principal, en medio de edificios altísimos, el humo de los carros parece que ya ni se sentía; había muchos esperando que la señal del semáforo diera verde para avanzar, pero aunque estaban parados, parece que nadie se detenía.

Había cientos de personas corriendo de un lado a otro. Parecían perdidos, no sé si en sus pensamientos, en sus dispositivos móviles o si simplemente les habían extraído el cerebro y estaban programados para repetir movimientos sin pensarlos.

Yo estaba ahí parada, como el tiempo de ellos y el mío fuese diferente. Como si en mi dimensión no corrieran los minutos. Como si yo no tuviese prisa.

Comencé a caminar hacia el frente, caminé, caminé y caminé....y a medida que iba caminando todo se fue desvaneciendo.

Aparecí en una playa hermosa, mi lugar favorito. Habían muchas personas pero nadie se veía a los ojos, eran igual que los primeros...simplemente que ocupaban sus celulares para tomarse selfies, pero seguían absortos...perdidos en si mismos. Había además un atardecer perfecto: el color celeste se fusionaba con el amarillo y al final terminaba en un anaranjado profundo...parecía irreal, era demasiado hermoso...Hasta que todo se puso negro, profundamente negro. No se veía absolutamente nada. Traté incluso de verme las manos, pero no se veía NADA...

Del pánico comencé a gritar, pero no se escuchaba mi voz. Yo si oía la voz de los demás gritando pero quizá nadie se oía entre los demás.

Comencé a caminar, y de pronto comencé a sentir el calor de la arena en mis pies. Comencé a sentir cómo mis pies sentían cada grano de arena. A pesar que se escuchaban muchas voces, a medida que iba caminando, dejaron de gritar... se dejó de escuchar todo. Había silencio total, y comencé a sentir miedo...lo único que se escuchaba era mi respiración, eran los latidos de mi corazón.

Hasta que de pronto estaba en medio de la ciudad nuevamente, era de día. Y parecía ser una realidad paralela. No habían carros en las calles. Y la poca gente que estaba en las calles, no iban viendo sus celulares. Hablaban entre sí, parecían realmente preocuparse por el otro....

Y entonces entendí...
No era una pesadilla. Era nuestro día a día.

A lo mejor y esta crisis más que quitarnos algo, nos está dejando mucho.
A lo mejor y Dios planeó ésto para dejarnos un mensaje...

¿Cuándo fue la última vez que pensaste más en los demás que en tí?...
¿Cuándo fue la última vez en que sentiste que una charla por teléfono NO era suficiente?.
¿Cuándo fue la última vez que pasaste 100% atento de los medios de comunicación oficiales, esperando BUENAS NOTICIAS?...

Éste mundo va a pasos agigantados, y cuando vemos la aguja del reloj girar, ya nos hemos perdido la mitad de la historia...la mitad de nuestra historia. Todo el mundo corre, en una misma dirección pero sin destino, como zombies.

¿En qué momento nos volvimos tan fríos? ¿En qué momento se volvió válido pasar por encima de los demás? ¿En qué momento nos programaron para únicamente tener reacciones pre diseñadas en base a tiempo y espacio?

Nunca antes valió tanto la pena esas cosas...esas pequeñas cosas cotidianas, a las que nos enfrentamos al inicio o al final del día:
  • Poder ir a tu trabajo, sin miedo a saber que podes contraer o contagiar a alguien de una enfermedad.
  • Disfrutar del poder sanador de un abrazo.
  • Entender que en general tener un trabajo y ganar de él (ya sea poco o mucho) es una bendición.
  • Saber que los demás también sufren, que los demás también temen, que los demás también tienen necesidades, miedos y familia que atender.
  • Convivir en comunidad (ya sea comunidad laboral, de vecinos, religiosa...etc).
  • Poder ir a la iglesia o templo o donde te congregues sin miedo alguno.
  • Poder visitar restaurantes con tu mejores amigos, familia o pareja.
  • Poder reunirte con los tuyos y hacer cualquier cosa pero JUNTOS.
  • El medio ambiente y el impacto que tiene nuestro día a día.

Ojalá cuando todo esto acabe entendamos que así de unidos es como tenemos que estar. 
Ojalá cuando todo esto entendamos que cada cosa que pasa en nuestra vida, cada pequeña cosa, cada cosa COTIDIANA...es una BENDICIÓN.

Ésta crisis nos está dejando algo....
¿Qué te deja a tí?...

PD. Gracias por leerme en medio de la crisis. Espero que éste espacio les haya servido además de entretenimiento como algo para reflexionar. Apoyemonos todos por el bien de nuestro país y el mundo entero.  Y recordemos, si no es EXTREMADAMENTE NECESARIO, no salgamos #YOMEQUEDOENCASA.

Cool vibes hasta cada uno de sus hogares😉

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