Cómo la primera vez

¿Se han dado cuenta cómo los niños en su primera vez aprendiendo o haciendo algo se sorprenden inmensamente y todo les parece increíble?

Hace poco veía detenidamente a una de mis sobrinas...(está en esa etapa de descubrimiento del mundo exterior) y me ponía a pensar... ¿Qué pasaría si aún en nuestra adultez siguiésemos aplicando ese mismo asombro en nuestras vidas?... A lo mejor viviésemos de forma más liviana, libre y quizá más felices, ¿no creen?

Siempre he admirado muchísimo a las personas que viven su vida de esa forma (desprevenidos, sin juicios, sin complicaciones...libres), porque sinceramente yo soy todo lo contrario...

Me cuesta mucho despreocuparme, o dejarme sorprender por la vida misma, y sin embargo, hace poco tuve la oportunidad de estar en mi lugar favorito en el mundo (en cualquier parte del mundo que sea): la playa. Y realmente creo que quizá en mi vida pasada fui sirena, un delfín, tiburón o un pez...(sí, a lo mejor fui Dory..) lo cierto es que AMO con todo mi ser el mar, y amo todo lo que implica ir a la playa: la arena, el calor, el ruido de las olas, los atardeceres...amo hasta el olor a sal... Y pues si por mi fuera, quizá pasaría en la playa TODOS los fines de semana.

En los tiempos A.C. (Antes del coronavirus), solía ir quizá al menos una vez al mes o cada vez que podía. La última vez que fui, fue a finales de febrero, justo antes de que ésta pesadilla iniciara...

Sinceramente una de las cosas que más añoraba desde que la pandemia inicio era poder estar en la playa. Porque no hay lugar en el mundo que me relaje y que me haga salirme de mi propia cabeza como la playa.

Un año después, pude volver a estar ahí y en mi primera impresión luego de no ver el mar un año, se los juro que casi me pongo a llorar. Y me sentí sorprendida, por la grandeza de Dios...por lo increíble del mar, por la arena, el calorcito, el atardecer, etc. Y analicé, que ese sentimiento de asombro, se siente tan increíble...es como si el corazón se te saliera del pecho y como si hubiese una parte de tu cerebro que está en silencio, simplemente admirando lo que está pasando.

Analicé que muchas veces quisiera sentirme así en mi vida cotidiana. Y que quizá todos dejamos por alto tantas cosas que deberíamos asombrarnos...asombrarnos de la misma misericordia y grandeza de Dios y de su perfecta creación.

Deberíamos asombrarnos más de cada amanecer; de cada atardecer...de la forma en cómo se mueven las hojas con el viento; del cantar de los pájaros; de la forma de las nubes o el color del cielo; del olor de las plantas y el color de las flores.

Y sí, yo sé...se oye todo un poco ridículo, cursi y utópico en nuestras vidas adultas, ocupadas y muchas veces sin tiempo de nada...

Tenemos tiempo para nuestras obligaciones, para nuestra familia, para nuestra pareja, para nuestros seres queridos...pero cuántas veces tomamos tiempo simplemente para reiniciarnos. Para volver a sentirnos como nuevos; como niños: asombrados...cómo la primera vez.

A lo mejor y es porque se nos olvida, que el tiempo no es una cosa que se mida únicamente en semanas o meses. El tiempo también es el HOY....el tiempo es lo que estás viviendo en éste segundo. Es tu respiración. es la brisa, es el cielo estrellado, es la luz de la luna, es el poder 'de tu lengua de degustar tu comida/bebida preferida, es la sensación de tu rostro al irradiar una sonrisa....o el calorcito en el pecho cuando te sientes satisfecho.

¿Y si volvemos a cero?...¿Y si volvemos a empezar?...Cómo la primera vez..¿Y si nos dedicamos a asombrarnos con las pequeñas cosas de la vida?, a lo mejor y nuestros días no se sentirían tan pesados. o tan largos...a lo mejor y dejaríamos de ansiar que fuese viernes o fin de semana en general, o el siguiente mes o el siguiente año.


A lo mejor...y si fuésemos capaces de asombrarnos con lo pequeño, seríamos más felices disfrutando de lo que pasa en el HOY...cómo la primera vez.

Cool vibes

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