Gané
Siempre he sido una persona que le gusta mantener el control de todo lo que hace, y lo que pasa a su alrededor.
Soy extremadamente caótica: siempre tarde, siempre de prisa, siempre olvidadiza, etc. Pero de alguna extraña manera, siempre organizada.
Si pudiese analizar, organizar, controlar y evaluar TODO lo que pasa en mi vida, créanme que lo haría (Algo así como el control remoto de la película click). Pero obviamente no puedo...
Y ceder el control a quién verdaderamente lo merece (Dios), ha sido y sigue siendo una de las cosas más costosas en mi vida.
Recuerdo que en 2019, cuando terminé mi relación de noviazgo de 7 años, hablé con un padre posteriormente sobre lo que estaba sintiendo. Le dije que sentía paz, porque sabía que había tomado la decisión correcta, pero que a pesar de todo, me sentía extremadamente frustrada, porque había invertido 7 años de mi vida en una relación que no había terminado como yo había esperado en un principio que comenzó (en un matrimonio feliz forever). Y recuerdo que su respuesta fue la siguiente:
"No te arrepientas de haber vivido esa relación, porque te hizo feliz en su momento y porque era lo que deseabas en ese momento. Las decisiones que tomaste en ese momento, no eran decisiones de muerte, si no más bien decisiones de vida".
¿Por qué?, porque obviamente esa relación construyó gran parte de mi madurez y de mi forma sobre ver las relaciones y de convivir con el otro. Entonces comencé a ver esa "pérdida" de tiempo con muchísimo amor. Comencé a sentirme extremadamente agradecida por haber vivido todo lo que viví durante esos 7 años. Y porque al final de cuentas...no fue mala...solo no era para mí.
Sin embargo, éste año, luego de haber sido engañada y si se podría decir así: hasta estafada, por alguien durante año y medio, difícilmente se puede ver como un tiempo de ganancia.
Por el contrario, cuando todo aquel drama terminó me sentí extremadamente fracasada. Recuerdo haber llegado a mi casa después de haber estado entre abogados con parte de la deuda total en mis manos (porque no fue cancelada a totalidad....) y recuerdo haber pensado:
Perdí, como sea que lo quiera ver: PERDÍ.
Perdí tiempo. Perdí mis cosas (o dinero si lo traducimos). Perdí año y medio de mi vida. Perdí confianza en mí y en el mundo en general. Perdí dignidad. Perdí mi valor de persona y de mujer. Perdí la ilusión de una relación que nunca existió y que JAMÁS iba a existir. Perdí hasta una falsa amistad. Perdí las ganas de amar. Perdí en aquellos días hasta las ganas de comer, de dormir, de hacer mis actividades diarias y quizá hasta de vivir.
De la forma en que lo viera...había perdido.
Hoy por hoy me sigue costando ver ambas experiencias como ganancia (por supuesto la segunda muchísimo más que la otra). Tanto así, que tengo un pánico horrible a intentarlo de nuevo.
Tengo pánico de confiar.
Tengo pánico de dar.
"También sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman, a quienes él ha escogido y llamado." - Romanos 8, 28.
Cool vibes😉
Sin palabras ❤️💕 definitivamente todos deberíamos tener esa valentía de salir corriendo cuando debemos y de aprender a valorarnos más. Que bonito texto!
ResponderBorrary más allá de salir de donde no nos corresponde, es también ver todo con amor, y con resiliencia por el simple hecho de saber que Dios sabe mejor...SIEMPRE sabe mejor.
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